Hacemos nuestro el pensamiento de Marcelino Champagnat “para educar a los niños hay que amarlos y amarlos a todos por igual” Educamos a niños y jóvenes bajo esta concepción del amor que implica reconocer y aceptar al educando tal cual es y no como nos gustaría que fuera, porque sólo conociendo y aceptando sus valores y sus defectos, sus aptitudes y sus carencias propenderemos a potenciar y desarrollar los primeros y a corregir y a enderezar los segundos.
La educación es para el niño lo que el cultivo para el campo.Por muy bueno que éste sea, si se deja de arar, no produce más que zarzas y malas hierbas.
Aulas
Aulas grandes, claras y confortables acompañadas de cómodos pupitres